El Real Madrid debería ganar los siete partidos que le quedan (Almería, Zaragoza, Mallorca y Málaga fuera, Valencia, Osasuna y Athletic en el Bernabéu) si quiere ser campeón de Liga. Si gana los siete, campeón. Seguro. Bueno, casi seguro. Pero los tiene que ganar. No es una empresa difícil. De hecho, es lo que a Pellegrini se le da bien: ganar los partidos que ganaría todo el mundo. De hecho, dice que no le preocupa su futuro, incluso tiene la esperanza de cumplir la totalidad de su contrato, o sea, hasta junio de 2011. No caerá esa breva.
Así pues, Almería es la primera gasolinera que se le presenta al Real Madrid en esta autovía que lleva al título. ¿Logrará llenar el tanque de gasolina o se va a quedar tirado como Carlos Sainz a escasos metros de la meta? Es capaz. Tras el 0-2 ante el Barcelona el ambiente no parece ser el más idóneo. Nadie ha dicho nada, pero no hay buenas vibraciones. Hasta Raúl, el que nunca se lesionaba, ha quedado fuera de combate.
El Almería le quitó dos puntos al Barcelona, pero eso no quiere decir que sea un enemigo de cuidado. El Athletic le hizo cuatro el otro día en San Mamés y le pudo meter alguno más. El Real Madrid no puede tirar la toalla. Al contrario, tiene que sacar fuerzas de flaqueza, hacer de tripas de corazón y sumar los tres puntos. Como dice un dicho muy futbolístico: hasta el rabo todo es toro. Pues eso.
